El burlador de Sevilla y convidado de piedra, al igual que muchos de los personajes del teatro greco-latino, es un título parlante. En él se ponen de manifiesto los elementos que definirán el posterior contenido: Burlador, el protagonista que se burla, que nos remite al engaño y desprecio de los demás. Sevilla, ciudad disipada donde prevalecía en la época la libertad de las costumbres, la corrupción y la deshonestidad, enmarca la acción principal y, probablemente también, el carácter del personaje. Y convidado de piedra, que alude al tercio final de la obra, donde el personaje tendrá el castigo a sus acciones. 22 segundos. El burlador de Sevilla también pretende incluir en el título un elemento "parlante" que hace referencia a las intenciones a la hora de poner en escena el texto de Tirso. En primer lugar, nos remite a un tratamiento del espectáculo, donde el concepto tiempo tiene gran importancia. En segundo lugar, se ha omitido del título la parte de el convidado de piedra, al integrar la acción correspondiente a esta parte como leiv-motiv principal y, en tercer lugar, la contemporaneidad en la forma de tratar la narración de los hechos que conducen al protagonista hasta su ¿condena? final. 22 segundos alude a los veintidós cuadros que componen el espectáculo y que toma como referencia el momento que transcurre desde que D. Juan es consciente de su muerte, hasta el momento en que ocurre. El espectador irá descubriendo, junto con el protagonista, los momentos más importantes de su vida, en una sucesión de escenas llenas de sensualidad, crueldad, erotismo, violencia, amor, miedo. Emociones que han sido, y son, el motor de los seres humanos.